Obras maestras

Se trata sobre todo de la obra de un artista genial, que ha sido absorbido por el espíritu de la época de tal forma que su experiencia personal se convierte en universal.
Clark, Kenneth (1979): What is a Masterpiece?

miércoles, 30 de julio de 2014

Sobre la Utopía



Pelayo C. A.

Índice:

·        Etimología. De la Atlántida a Aristóteles
·        El Estado ideal y los Doctores de la Iglesia. San Agustín y Santo Tomás de Aquino
·        Utopía. Tomás Moro
·        Sistemas plebiscitarios. De Rousseau a Marx. Nietzsche y el Irracionalismo
·        Conclusión y Valoraciones. La Utopía utópica





·        Etimología. De la Atlántida a Aristóteles
El término utopía nace de la pluma de Tomás Moro. Éste lo define a lo largo de la obra que lleva el mismo nombre como un sistema perfecto de equilibrio social y político creado por humanos y para humanos.
Aunque el término tenga connotaciones positivas destinadas a la mejora de la sociedad, si atendemos a la etimología (nolugar), se trata de un lugar inalcanzable, un Estado imposible, un ideal del todo irrealizable. Hoy en día, cuando decimos que algo o alguien es utópico nos referimos al significado puramente etimológico.
Aunque el término es relativamente moderno, la idea del Estado ideal ha sido una constante en la historia de la literatura y el pensamiento humano en su conjunto.
Ya nos hablaba Platón (427-347 a.C) en los diálogos de Timeo y Critias sobre la Atlántida. La Atlántida era un Estado situado en medio del Mar Atlántico que fue inundado posteriormente por las aguas del mismo. Independientemente de la veracidad de los relatos de Platón, estos diálogos describen una sociedad ideal cuya geografía, organización y gobierno son modelo a seguir para el filósofo.
Estas obras pertenecen a la última época del autor, donde se preocupa más por la cosmología y la historia, aunque nunca deja de lado el pensamiento político. Este pensamiento se caracterizará en esencia por la división de la sociedad en funciones a priori simplificadas: el pueblo como productor, el guerrero como protector y el gobernante como eje central de administración y buen hacer.
Este sistema se desarrollará positivamente si el eje central o gobierno reside en la Aristocracia, entendida como el ‘gobierno de los mejores’, y no la degradación posterior u Oligarquía.
Posteriormente, Aristóteles (384-322 a.C) hablará por primera vez de Justicia Social. Ésta se obtendrá con la consecución de la polis y el buen hacer del zoon politikon[1]. Sin embargo, para este filósofo el mejor sistema es la Democracia ateniense, siempre y cuando no degenere en una Demagogia.
En definitiva, vemos como en la Antigüedad Clásica los filósofos ya ansiaban un Estado ideal, cuya consecución y organización, aún teniendo puntos de vista diferentes, tendría que ser obra del hombre.


·        El Estado ideal y los Doctores de la Iglesia. San Agustín y Santo Tomás de Aquino

Tras la expansión del Cristianismo, las formas de idealización del Estado cambian, ya que cambia también la concepción del mismo.
Será San Agustín de Hipona (354-430) quien plantee el Estado (y también la historia) como lucha, una lucha constante entre los que aman a Dios por encima de todo y los que se aman a sí mismos por encima de Dios. No es casual que elija para estos dos grupos los nombres de Ciudad de Dios y Ciudad Terrenal. A nivel de lengua, vemos como la firma de Platón subyace en De civitate Dei[2], ya que la virtud y el buen hacer humanos (partiendo del libre albedrío) son el camino para llegar a Dios y para alcanzar el Estado ideal.
Algunos siglos después, Santo Tomás de Aquino (1224-1274) enlazará la metafísica y la política (y por ende la concepción del Estado ideal) de una manera magistral, a través de la última y más importante de sus cinco vías[3]. Ésta parte del comportamiento ordenado de los seres naturales, estableciendo a Dios como inteligencia ordenadora.
Esta ordenación se llevará a cabo mediante la imposición de la ley eterna, que regula con la ley física a los seres irracionales y con la ley natural a los hombres, posibilitando su libertad. Sin embargo, los preceptos de la ley natural son demasiado generales y deben ser concretados mediante la ley positiva –las leyes que regulan una sociedad-. La ley positiva debe ser una prolongación de la ley natural, si no es así, existe el derecho a desobedecer.
En línea con Aristóteles, para Santo Tomás las mejores formas de gobierno son: la Monarquía, la Aristocracia y la Democracia, siempre que respeten la ley natural al hacer sus leyes positivas.
Tanto con San Agustín como con Santo Tomás vemos la continuación del proyecto platónico-aristotélico de la consecución del Estado ideal, aunque desde un punto de vista propio del Cristianismo, donde se ensalza la figura de Dios como ‘dador de leyes’, las cuales deben ser únicamente matizadas y respetadas por los hombres.


·         Utopía. Tomás Moro

El término utopía, como decía al principio, nace de la pluma del humanista Tomás Moro (1478-1535). Este mártir del Catolicismo retomó el concepto de Estado ideal para luchar contra los desmanes y excesos de Enrique VIII (lo cual le causó la muerte), además de para animar a los grupos intelectuales humanistas que planteaban reformas políticas y sociales para la mejora de la vida terrena.
Es importante el contexto cultural, ya que es esta corriente del Humanismo la que influye a Moro a la hora de plantear una obra mucho más práctica a nivel político que la de San Agustín o Santo Tomás. El grueso de De optimo reipublicae statu, deque nova insula Vtopiae[4] tiene un carácter antropocéntrico y pragmático, retomando así la idea aristotélica del hombre como fin en sí mismo, como único posible autor de ese Estado ideal.
En esta obra se habla de una república presidida por un príncipe intelectual, una educación basada en la desafección por lo material y el gusto por lo cultural, y la idea del consenso social y el no egoísmo. Sin embargo, y a pesar de la ‘perfección’ de la República de Utopía, sus ciudadanos no pueden oponerse a la evangelización:
<<Sea como sea, el caso es que muchos abrazaron la fe cristiana y recibieron las aguas del Bautismo, no pudiendo hacer otra cosa porque de los cuatro que estábamos allí ninguno era sacerdote>>
Entendemos pues, que la consecución de la Utopía necesitará siempre de unos valores católicos, ya que si no ésta puede desvirtuarse. Esta idea será reforzada por manuscritos posteriores, en los que arremete directamente contra Enrique VIII en defensa de la Iglesia de Roma.
Tomás Moro es sin duda una síntesis de todo el idealismo político anterior, toma ideas como el consenso democrático de Aristóteles a la par que el gobierno de aristócratas de Platón. Vemos como ambas posturas no son del todo opuestas, pues puede haber un consenso ciudadano y un gobernante filósofo que atienda con prudencia y virtud las demandas del pueblo.
Por otra parte, a pesar del punto de vista antropocéntrico, ensalzará la figura de Dios como dador de sentido y moral a la vida. Aquí encontramos las ideas de libre albedrío (San Agustín) y ley natural (Santo Tomás).


·        Sistemas plebiscitarios. De Rousseau a Marx. Nietzsche y el Irracionalismo
En el siglo XVIII, período histórico conocido como Ilustración o Siglo de las Luces, el racionalismo vital, político y social será lo predominante. Montesquieu ensalzará el valor de las leyes, Voltaire criticará a la Iglesia por su degradación progresiva a lo largo de la historia y será Rousseau (1712-1778) el que plantee de nuevo el Estado ideal mediante su obra El Contrato Social.
En esta obra se establecerá una relación de proporcionalidad entre poder político, la voluntad del sujeto colectivo (el ciudadano que busca el bien común por encima de sus egoísmos personales) y la armonía de la libertad humana con los dos elementos anteriores.
Será ya en el siglo XIX cuando estos proyectos idealistas, donde incluimos también la paz perpetua de Kant, fracasen. Europa, tras el breve paréntesis de la Revolución francesa (1789), vuelve a los absolutismos a pesar de las revoluciones venideras (Revolución de 1848).
Será este racionalismo idealista fracasado el que lleve a los irracionalistas como Kierkegaard y Schopenhauer a cuestionarlo todo. El nivel de este cuestionamiento alcanza su máximo con Nietzsche (1844-1900).
La obra de este filósofo, que anuncia la muerte de Dios, no deja de ser el reflejo de una sociedad enferma y agotada, que ya no tiene esperanza en alcanzar la Utopía de Moro. Para Nietzsche, el hombre que ha esperado la consecución de algún proyecto idealista es un hombre débil, pues se basa en la moral tradicional. Esta moral hace incapaz al hombre de conseguir lo  inexistente, la utopía, pues es limitado por su propia forma de pensar y por el conjunto de la sociedad.
Sin embargo, su proyecto de superhombre es tan utópico como la propia Utopía, ya que establecer un sistema de evolución humana sin especificar intervalos temporales o procesos, salvo por metáforas que él mismo critica (camello, león y niño), no deja de ser un idealismo irracionalista, pero un idealismo al fin y al cabo.
Esta lucha contra lo establecido será llevada a nivel económico y político por Karl Marx (1818-1883). Su crítica a la Superestructura capitalista le llevará a plantear un proyecto, por qué no decirlo, de carácter utópico. Este proyecto se asentará en el principio de Justicia Distributiva (modelo social comunista), aunque a la larga, la no competitividad a nivel económico e intelectual y la eliminación del elemento Dios (idealista pero necesario, como diría Hume), producen una distopía o negación de la utopía. Esta idea será tratada por George Orwell en la novela 1984.


·        Conclusión y Valoraciones. La Utopía utópica
El Estado ideal, la Utopía, lo inalcanzable…muchos son los sustantivos y adjetivos que hacen referencia a una misma idea, la limitación del ser humano. El ser humano quiere alcanzar un ‘no’ inalcanzable.  El no en sí es una negación, la nada. Cualquier persona racional no perseguiría un no por su carácter inaccesible, y sin embargo los mejores pensadores del mundo lo han hecho. ¿Por qué? ¿Irracionalismo?
La no consecución de una aparente negación o negación propiamente dicha es un motivo de lucha, un motivo para seguir adelante, aunque nunca se cumplan los objetivos idealistas del ser humano.
Partamos de este supuesto: Dios ha muerto, ¿ahora qué? Nietzsche plantea otro proyecto aún más idealista que el propio Cristianismo, pero además sin doctrina alguna que seguir, como si el ser humano, que no tiene suficiente con perseguir utopías estatales y sociales, ahora tiene que ponerse en la tediosa tarea de la autorrealización y la consecución del superhombre, que además está representado con la metáfora de un niño (suponemos no influenciado por la moral tradicional opresora).
Es importante aún hoy en día esto, ya que se ha destruido gran parte de la moral tradicional y se ha sustituido a Dios por ídolos materiales, desvirtuando por completo ese camino del hombre hacia el ‘no’ inalcanzable. Que el hombre es vitalismo puro, lo dionisíaco, ya lo sabíamos Nietzsche, únicamente hay que salir los viernes por la noche. Sin embargo, el pensamiento, al igual que la materia, ni se crea ni se destruye, evoluciona, y ninguna de sus teorías podría ser siquiera papel de no ser por elementos del lenguaje metafórico que usted tanto machacó, pero que tanto utilizó.
La utopía existe, es este mundo, todo él, el mejor de los posibles.
Esta utopía, sin embargo, como diría el agente Smith a Morfeo en The Matrix, está siendo destruida por la corrupción de los valores tradicionales del ser humano, es el propio hombre la causa de la futura distopía, de la futura destrucción del mundo. Sin embargo, Nietzsche, Schopenhauer, Kierkegaard, Freud… creyeron que eran los propios valores establecidos el gran error. El pensamiento es un proceso que no debe ser alterado de raíz, porque la alternativa a la moral tradicional no se conoce. En la historia y en la ficción se han esbozado brevemente esos proyectos, y todos han sido un fracaso.
El egoísmo, retomando a Rousseau, es el cáncer de esta sociedad. Tenemos lo más parecido que existe a una utopía bajo nuestros pies, aprovechémosla, retomemos los valores tradicionales y llevemos una vida humilde y honrada. Sólo así conseguiremos una vida plena, algo mucho más simple, o no, que teorizar sobre posibles sistemas perfectos.

Bibliografía
·        Timeo, Platón
·        Critias, Platón
·        De civitate Dei, San Agustín de Hipona
·        Summa Theologiae, Santo Tomás de Aquino
·        Utopía, Tomás Moro
·        La ideología alemana, Karl Marx
           




[1] Zoon politikon será la definición que dará Aristóteles al hombre, entendido éste como ser social. Esta idea será retomada posteriormente por autores ilustrados como Rousseau: ‘el hombre es un ser social por naturaleza’.

[2] De civitate Dei es la obra más famosa de San Agustín de Hipona. En ella expone su tesis creacionista a partir de la Teoría del Ejemplarismo y la idea de la división histórica entre hombre terrenal y hombre espiritual.

[3] Las cinco vías de Santo Tomás, descritas en Summa Theologiae, son un intento de explicación racional de la existencia de Dios. Esta explicación se rige por las normas de la lógica aristotélica. A saber: movimiento, causa, contingencia, perfección y orden.
[4] Nombre completo en latín que recibe la obra comúnmente conocida como Utopía. Esta obra es una especie de ensayo socio-político revestido de novela en el que el lector va descubriendo, elemento a elemento, la organización del Estado ideal.

Romanticismo: música, pintura y literatura





Mar G. G.
Veera M. J.


ÍNDICE


Contexto histórico, literario, musical y pictórico.
Beethoven: vida y obra. La 9ª sinfonía.
Viajero frente al mar de niebla. Comentario.
El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde.
Bibliografía.


Contexto histórico, literario, musical y pictórico




El Romanticismo es un movimiento cultural que se desarrolla en Europa en la primera mitad del siglo XIX. No es solo un movimiento literario, sino también un nueva forma de entender la política, el arte, el mundo y la vida. Destaca la figura de Napoleón Bonaparte y su derrota en Waterloo y el Congreso de Viena (1815). Se restauran las antiguas monarquías y el continuo enfrentamiento entre absolutistas y liberales. Sobresale la clase burguesa, clase que va adquiriendo un papel más relevante; aunque también aparece el proletariado, fruto de la Revolución Industrial que surgió en el siglo anterior.
El Romanticismo se caracteriza por el llamado “mal del siglo”, es decir, la continua insatisfacción, el individualismo, el ansia de libertad, por lo que se acentúan los nacionalismos para expansionar las ideas revolucionarias. El movimiento filosófico “Sturm und drang” influyó en varios autores de la época como Herder, Goethe o Schiller.

Dentro del contexto literario, destacan tres etapas del Romanticismo: Prerromanticismo, con la publicación de Las desventuras del joven Werther. El Romanticismo pleno, en el que se autores como Walter Scott en Inglaterra o Espronceda en España. La etapa Posrromántica la caracteriza Gustavo Adolfo Bécquer. Se dan todos los géneros literarios, pero el más destacado es la poesía, ya que es el género que mejor muestra los sentimientos de la época.

En el campo de la música también se dejan ver los ideales de libertad de la Revolución Francesa y por ello los compositores van a hacer obras sin encargo y según sus propios gustos, lo que llevará a muchos músicos a la ruina. El fundamento básico de la música romántica es "la exaltación de las pasiones"; los músicos románticos tratan, con su música, de influir en el ánimo del oyente implicándole emocionalmente. Para conseguir este propósito, el vehículo más apropiado será el piano, que se convertirá en el instrumento estrella del periodo, ya que con él se logra una atmósfera íntima. El autor más destacado es Beethoven, que realizó la transición entre este movimiento y el Clasicismo. En el Romanticismo la música va dirigida al corazón.

La pintura romántica rechaza la pintura neoclásica, lo que supone la renovación técnica estética; las técnicas utilizadas son el óleo, acuarelas, grabados y litografías; se usa la pincelada libre, desaparece la línea frente al color, se cuida mucho las gradaciones de la luz y las composiciones suelen ser dinámicas, donde destaca Friederich.

Beethoven: vida y obra. La 9ª sinfonía


Ludwig van Beethoven[] nació en Bonn el 16 de diciembre de 1770 y murió en Viena el 26 de marzo de 1827. Fue compositor, director de orquesta y pianista alemán. Su legado musical abarca, cronológicamente, desde el período clásico hasta inicios del romanticismo musical. Es uno de los compositores más importantes de la historia de la música y su legado ha influido de forma decisiva en la música posterior.


Su padre Johann Van Beethoven, impresionado por el hecho de que Mozart diese conciertos a los siete años, quiso que su hijo siguiera los mismos pasos; con la intención de que el Ludwig fuese un niño prodigio. A los once años lo consiguió, y con tan solo diecisiete fue a Viena y tuvo un fugaz encuentro con Mozart. Tras la muerte de su madre, y siendo su padre alcohólico, Ludwig sufre depresión y comienzan sus crisis. Cuando comenzó a perder su oído se dedicó íntegramente a la dedicación musical.

Considerado el último gran representante del clasicismo vienés (después de Christoph Willibald Gluck, Joseph Haydn y Wolfgang Amadeus Mozart), Beethoven consiguió hacer trascender la música del romanticismo, influyendo en diversidad de obras musicales del siglo XIX. Su arte se expresó en numerosos géneros y aunque las sinfonías fueron la fuente principal de su popularidad internacional, su impacto resultó ser principalmente significativo en sus obras para piano y música de cámara.

Su producción incluye los géneros pianísticos (treinta y dos sonatas para piano), de cámara (dieciséis cuartetos de cuerda, siete tríos, diez sonatas para violín y piano), vocal (lieder y una ópera: Fidelio), concertante (cinco conciertos para piano y orquesta, uno para violín y orquesta), dos misas (la Missa Solemnis Op. 123 en re mayor) y orquestal (nueve sinfonías, oberturas, etc.), entre las que se encuentra el ciclo de las Nueve Sinfonías, incluyendo la Tercera Sinfonía, también llamada Eroica[] en mi♭ mayor, la Quinta Sinfonía, en do menor y la Novena Sinfonía, en re menor (cuyo cuarto movimiento está basado en la Oda a la Alegría, escrita por Friedrich von Schiller en 1785).


La Sinfonía n.º 9 en re menor, op. 125, conocida también como "Coral", es la última sinfonía completa del compositor alemán Ludwig van Beethoven. Es una de las obras más trascendentales, importantes y populares de toda la música clásica, y también de toda la música y del arte. Su último movimiento es un final coral sorprendentemente inusual en su época que se ha convertido en símbolo de la libertad. Precisamente, una adaptación de la sinfonía, realizada por Herbert von Karajan es, desde 1972, el himno de la Unión Europea (UE).


Beethoven estaba ansioso por estrenar su trabajo en Berlín tan pronto como fuera posible después de terminarlo, dado que pensó que el gusto musical en Viena estaba dominado por compositores italianos como Rossini. Cuando sus amigos y financistas oyeron eso, le motivaron a estrenar la sinfonía en la misma Viena.

El estreno de la novena sinfonía fue diez años después de la Octava, el 7 de mayo de 1824 en el Kärntnertortheater de Viena, junto con la obertura de Die Weihe des Hauses y las tres primeras partes de la Missa Solemnis. Esta fue la primera aparición en escena de Beethoven después de doce años; la sala estuvo llena. Nadie quiso perderse el estreno de la sinfonía y de la que se presumía sería la última aparición pública del genio alemán, y efectivamente así fue: en los tres años siguientes, se recluyó en casa aquejado de diversas enfermedades que lo postraron hasta su muerte.

Las partes de soprano y alto fueron interpretadas por las jóvenes y famosas: Henriette Sontag y Caroline Unger.

Aunque la interpretación fue oficialmente dirigida por Michael Umlauf, maestro de capilla, él y Beethoven compartieron el escenario.

El público terminó encantado, ovacionando a los músicos. Sin embargo la actuación del 23 de mayo en la sala de la fortaleza no tuvo gran asistencia.

La textura es muy diversa. Sorprende el solo de bajo a modo de recitativo apenas sin acompañamiento instrumental. El tema primero es presentado como melodía acompañada también por el bajo. Al intervenir el coro, generalmente lo hace de manera homofónica. Constituye una grandiosa arquitectura musical con diversas texturas que van desde el recitativo a la doble fuga pasando por solistas, coro, etc. La letra, en alemán, está muy bien acompasada con la música, utilizando los unísonos del coro y metales para enfatizar un mensaje.

Dentro del movimiento hay diversos ritmos. Binarios y ternarios. La melodía sigue teniendo unas proporciones clásicas de 8 compases. La armonía es tonal pero ya muy desarrollada acercándose al romanticismo. Los matices de intensidad quedan repartidos en el largo movimiento, desde el pianissimo al fortissimo pasando por las intensidades intermedias. Sin embargo predominan los fortes, expresando con vehemencia el texto en los coros. Predomina el tempo allegro. Sólo hay un adagio y un andante y sin embargo hay varios presto y un prestissimo al final.

Viajero frente al mar de niebla (en alemán, Der Wanderer über dem Nebelmeer) es un conocido cuadro del pintor romántico alemán Caspar David Friedrich. Data del año 1818. Se trata de una óleo sobre tela que mide 74,8 centímetros de ancho por 94,8 centímetros de alto. Actualmente se conserva en el Kunsthalle de Hamburgo (Alemania).

La obra representa a un viajero, al que se ha identificado con el propio Friedrich, que se encuentra de pie en lo alto de una montaña elevada, mirando un mar de nubes que queda debajo. El viajero se encuentra de espaldas. Viste de negro. Adelanta una pierna y se apoya en un bastón. Se pueden ver los picos de otras montañas saliendo entre la niebla, mientras que una cadena de enormes montañas ocupa el fondo. La gran extensión de cielo por encima de las alturas de las montañas del fondo cubre gran parte del cuadro. Se trata de un paisaje de la Suiza de Sajonia.

Esta obra de arte está creada teniendo en cuenta que las convenciones de género tanto del Romanticismo como del paisaje. La obra, de esta manera, no se diferencia de otras obras de Friedrich; parecía sentirse bastante atraído con la idea de ver y experimentar la naturaleza en lugares aislados y maravillosos: al borde del mar o de lagos, en la cima de las montañas, o en lo alto de una cascada.[]

Posteriormente, en la carrera pictórica de Friedrich, la seducción que sentía por la idea de que la expresión personal debía ligarse a un aislamiento físico y espiritual se hizo más aparente, de magnitudes increíbles, y aun así, todavía sublime.[]

El interés de Friedrich por la naturaleza queda claramente evidenciado en otras de sus obras. Ejemplo de ello es Acantilados blancos en Rügen, pintado en 1818, que retrata a un hombre en pie y una mujer sentada, mirando el panorama, mientras que otro hombre, arrodillado, mira por encima del borde de un vasto y alto acantilado que lleva al océano infinito. Ambos cuadros fueron ejecutados durante el año de su viaje de bodas a Rügen. Los cuadros de esta época evocan la contemplación y la interrogación.[] Otro ejemplo de esto puede encontrarse en la obra de Friedrich El mar de hielo, que representa, en primer plano, una gran masa de ruinas, y, en los planos medio y posterior, pilas similares de ruinas, numerosas, ensuciando lo que parece ser un paisaje helado.

El estilo del cuadro logra un sentimiento de misterio que está en el romanticismo.

Utiliza una gama cromática más bien fría: negro de la figura central, marrón oscuro en las rocas y el gris y el blanco de la niebla y el cielo. Los únicos colores cálidos aparecen en el primer plano. De esta manera, con colores más cálidos en primer plano y predominantemente fríos en el fondo, logra una perspectiva cromática. Además, debido a que el primer plano es oscuro y descarnado, mientras que el fondo resulta más brillante, claro, menos incisivo, pintándose de manera más difuminada, Friedrich consigue una perspectiva aérea.

El paisaje mostrado no es una representación topográfica.


El retrato de Dorian Gray es considerada una de las últimas obras clásicas de la novela de terror gótica con una fuerte temática faustiana, además muestra un pintor con afecto íntimo y directo con el personaje principal.[] El libro causó controversia cuando fue publicado por primera vez; sin embargo, es considerado en la actualidad como uno de los clásicos modernos de la literatura occidental.[]

Basil Hallward es un artista que queda enormemente impresionado por la belleza estética de un joven llamado Dorian Gray y comienza a encapricharse con él, creyendo que esta belleza es la responsable de la nueva forma de su arte. Basil pinta un retrato del joven. Charlando en el jardín de Basil, Dorian conoce a Lord Henry Wotton, un amigo de Basil, y empieza a cautivarse por la visión del mundo de Lord Henry. Exponiendo un nuevo tipo de hedonismo, Lord Henry indica que "lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos". Al darse cuenta de que un día su belleza se desvanecerá, Dorian desea tener siempre la edad de cuando le pintó en el cuadro Basil. El deseo de Dorian se cumple, mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. Su búsqueda del placer lo lleva a una serie de actos de libertinaje y perversión; pero el retrato sirve como un recordatorio de los efectos de cada uno de los actos cometidos sobre su alma, con cada pecado la figura se va desfigurando y envejeciendo.[]

El Retrato de Dorian Gray comenzó como una novela corta presentada en la Lippincott's Monthly Magazine. En 1889, J. M. Stoddart, dueño de Lippincott, se encontraba en Londres para solicitar novelas cortas para la revista. Wilde entregó la primera versión de El retrato de Dorian Gray que fue publicado el 20 de junio de 1890 en la edición de julio de Lippincott. Hubo un retraso en el envío del texto de Wilde a la imprenta mientras se realizaban numerosos cambios al manuscrito de la novela (algunos de los cuales sobreviven hasta el presente). Algunos de estos cambios fueron hechos por instigación de Wilde y algunos por Stoddart. Wilde retiró todas las referencias al libro de ficción "Le Secret de Raoul" y a su autor ficticio, Catulle Sarrazin. El libro y su autor son todavía referidos en las versiones publicadas de la novela, pero no son nombrados.

Wilde también intentó moderar algunos de los pasajes más homoeróticos del libro o pasajes donde las intenciones de los personajes podían ser malinterpretadas. En la edición de 1890, Basil dice a Henry cómo "adora" a Dorian y le ruega que "no se lleve a la única persona que hace mi vida absolutamente encantadora para mí". El enfoque de Basil en la edición de 1890 parece ser más hacia el amor, mientras que el Basilio de la edición 1891 se preocupa más por su arte, al decir que "una persona que da a mi arte sea cual sea el encanto que pueda poseer: mi vida como un artista depende de él".

El libro también fue ampliado enormemente: los trece capítulos originales se convirtieron en veinte y el capítulo final fue dividido en dos nuevos capítulos. Las adiciones permitieron "dar contenido a Dorian como un personaje" y también proveyeron detalles sobre su ascendencia, lo que contribuyó a hacer su "colapso psicológico más prolongado y más convincente".[] El personaje de James Vane fue también incluido, lo que ayudó a elaborar el personaje de Sybil Vane y sus antecedentes. La adición del personaje ayudó a enfatizar y a prefigurar las maneras egoístas de Dorian, como James vaticina sobre sus futuras acciones no honorables (la inclusión de la sub-trama de James Vane también da a la novela un tinte más típicamente victoriano, como parte de los intentos de Wilde por disminuir la controversia que rodeaba al libro).

Otro cambio notable es que, en la segunda mitad de la novela, se especifican algunos eventos teniendo lugar alrededor del cumpleaños 32 de Dorian Gray, el 7 de noviembre. Después de los cambios, se especificó que tuvieron lugar en torno al cumpleaños 38 de Dorian, el 9 de noviembre, por tanto extendiendo el período durante el que transcurre la historia. La anterior fecha es también significativa, pues coincide con el año en la vida de Wilde durante el cual se inició en prácticas homosexuales.


BIBLIOGRAFÍA




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Libro de Literatura Universal de Anaya
Symphonies Nos. 8 and 9 in full score Ludwig Van Beethoven
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Libro El cuadro de Dorian Gray, Cátedra