Obras maestras

Se trata sobre todo de la obra de un artista genial, que ha sido absorbido por el espíritu de la época de tal forma que su experiencia personal se convierte en universal.
Clark, Kenneth (1979): What is a Masterpiece?

miércoles, 1 de febrero de 2012

Comentario de Petrarca

Fragmento CCLXVIII




¿Qué debo hacer, Amor? ¿Qué me aconsejas?
Es hoy tiempo en que muero,
y más me he dilatado que quisiera.
Mi bien se fue, y con él mi alma y mis quejas;
y, si seguirlo quiero,
conviene interrumpir lo que hasta hoy fuera;
porque si es vana espera
quererla ver, y el esperar me enoja,
después que en tal congoja
mudó todo mi gozo su partida,
no hay ya dulzura de que goce en vida.

Amor, te hablo a ti, pues te provoca
cuánto es mi daño grave;
y sé que a ti mi mal duele y abruma,
o mejor nuestro, que en la misma roca
rompió de ambos la nave,
y el sol nos ocultó la misma bruma.
¿Qué ingenio con la pluma
podría pintar mi mísero arrebato?
¡Ay, ciego mundo ingrato!
Razón será que llores tú conmigo;
que aquel bien que era en ti, no es ya contigo.

Cayó tu gloria ya, y aún no te espantas;
y, mientras vivió ella,
no fuiste digno tú de su evidencia,
ni ser hollado de sus dulces plantas,
porque cosa tan bella
debe el cielo adornar con su presencia.
Mas yo, que por su ausencia
ni a la vida mortal ni a mí me amo,
llorándola la llamo:
de antiguas esperanzas esto resta,
y esto es lo que aquí aún me arresta.

Ay, sólo tierra ya su gesto informa,
que daba fe del cielo
y todo cuanto bien allá se cría;
y en paraíso su invisible forma,
es ya libre del velo
que en la flor de la edad sombra le hacía,
para que luego un día
nueva vez, sin volver a deshacerse,
la veamos bella hacerse
tanto más cuanto más vale y consterna
sobre beldad mortal la que es eterna.

Más que nunca hoy mujer galana y bella
su imagen me figuro,
allá donde mejor ella se siente.
Esta es columna que me presta ella,
otra su nombre puro,
que en mi pecho resuena dulcemente.
Mas, volviendo a la mente
que es muerta la esperanza que en mí había
cuando ella florecía,
bien sabe Amor en que soy vuelto ahora,
y ella que junto a la Verdad hoy mora.

Mujeres que admirasteis su belleza,
y la angélica vida,
y aquel divino andar aquí en la tierra,
doleos de mí que siento esta aspereza,
no de ella, que ya es ida
a tanta paz, dejándome en tal guerra,
que si alguno me cierra
largo tiempo el camino que a ella orienta,
aquello que Amor me cuenta,
es causa sola de no darme muerte.
Pues él habla conmigo de esta suerte:

«Pon freno al gran dolor que en ti despierta,
que por seguir antojos
se pierde el cielo al que tu alma aspira,
donde ella vive, aunque parezca muerta,
y ya de sus despojos
no cura y solo ya por ti suspira;
y fama que respira
en mil partes por obra aún de tu lengua,
ruega que no halle mengua;
su nombre antes será mejor que alabes,
si te fueron ayer sus ojos suaves.»

Huye apacible y verde,
no vayas donde haya risa o canto,
canción mía, sino llanto:
no te conviene hallar cosa que alegra,
viuda, desconsolada, en prenda negra.


1. Contenido y relación con el resto de la obra.
 Petrarca está enamorado de Laura desde la primera vez que la vio. Hace de ella su amada idealizada y admira todo cuanto hace. No desea otra cosa que amarla y canta a ese sentimiento y a la belleza que ella le inspira.
Pero la amada de Petrarca, Laura, ha muerto y Petrarca se lamenta en este fragmento del trágico hecho de su muerte.
 Pide consejo y ve la vida sin sentido con la ausencia de Laura y considera que su alma se ha ido con la vida de la mujer. Se dirige al Amor como si fuese una persona que le acompaña y que ha sufrido con él las consecuencias de la pérdida. Lo toma cercano como un compañero y llora con él. Refleja la esperanza de que, al seguir llamando a Laura entre llantos, pueda volver. Es quizá esto lo que le mantiene aún con vida.
 Sigue idealizando a la amada aún estando ella en el cielo y la ve perfecta y afirma que su belleza será eterna. Y muerta la imagina todavía hermosa, incluso más que antes, pero cuando piensa que ha fallecido sigue apenado.
 Pide que se compadezcan de su dolor y Amor, que habla con él, le da esperanzas de seguir con vida diciéndole que Laura allí le espera y no tiene que hacer otra cosa que seguir amándola. Pero sigue presa del dolor y evita la felicidad para seguir ahondando en el llanto.


2. Aspectos formales.
Petrarca escribe este fragmento en italiano con un tono lento y refleja en él los sentimientos que despierta la muerte de Laura.
Está escrito en verso y se divide en 8 estrofas de once versos cada una, menos la final que tiene solo 5. Por lo tanto, pertenece al género lírico.
Encontramos muchas oraciones exclamativas que reflejan el estado de ánimo del autor y la expresividad con la que escribe refleja sentimientos y emociones. También hay oraciones interrogativas dirigidas a una tercera persona.
Encontramos muchos adjetivos y al estar escrito en primera persona da una sensación de acercamiento al lector.
Petrarca utiliza los verbos en tercera persona para preguntar o dirigirse a alguien o a un público muy amplio.
3. Producción literaria del autor con especial atención al fragmento.
Francesco Petrarca nació en Arezzo en 1304. Contaba con ocho años cuando se instaló con sus padres en Avíñón (Provenza, Francia), donde por entonces residía la corte papal. En esta ciudad y en sus alrededores vivió largas temporadas durante su juventud, interrumpidas por sus estancias en Montpellier y en Bolonia para estudiar Leyes. Fue también en Aviñón donde, en 1327, conoció a Laura, de quien se enamoró instantáneamente y que sería para siempre la inspiradora de toda su poesía amorosa. Al parecer, Laura nunca aceptó de Petrarca más que un trato de cordial espiritualidad. La distancia que siempre mantuvieron no fue suficiente para apagar en el poeta el ardor amoroso; por ello recibirá con gran dolor, en 1348, la noticia de que Laura había muerto como una de las miles de víctimas de la peste que asolaba Europa desde al año anterior. En 1330 recibió órdenes menores para poder vivir del desempeño de cargos eclesiásticos, con los que disponer de cierto ocio para dedicarse a las letras.
Petrarca viajó incansablemente por Italia y por numerosas ciudades europeas. En sus viajes entabló amistad con muchas personalidades de la cultura de la época, entre ellas, la que le unió inquebrantablemente con Giovanni Boccaccio. En 1341 recibió el más lato galardón que podía esperar un poeta: fue coronado por el Senado romano como poeta excelso, distinción de la que siempre se enorgulleció. Tuvo dos hijos naturales, Giovanni y Francesca, tal vez de la misma mujer, de la que no se tienen datos.
Dedicó la mayor parte de su vida a la labor filológica de recuperar y divulgar a los clásicos latinos, así como a su propia creación literaria, la cual sometió a constante revisión. Cultivó tanto la literatura en latín como en italiano: en lengua vulgar escribió dos obras, el Cancionero y los Triunfos, un largo poema alegórico-narrativo en el que Petrarca siguió la estela de la Divina Comedia de Dante. Escrito igualmente en tercetos encadenados, el poema se divide en seis triunfos (el del amor, el pudor, la muerte, la fama, el tiempo y la eternidad). Esta organización muestra claramente el sentido transcedental del poema, planteado como un largo itinerario hacia la divinidad.
Murió en Arquá, a pocos kilómetros de Padua, en 1374.
La obra decisiva de Francesco Tetrarca fue El Cancionero.
Todas sus composiciones líricas en lengua italiana las recogió Petrarca en el Cancionero, que fue ampliando a lo largo de toda su vida desde 1330 y que sometió a constantes revisiones hasta el momento mismo de su muerte, dando muestras de una gran preocupación por el legado de su obra a la posteridad. En su forma definitiva, consta de 366 composiciones, con predominio absoluto de los sonetos (317), aunque figuran también canciones y otros subgéneros líricos.
El tema principal es el amor y, en relación con él, todo el conjunto se divide en dos partes: En vida de Laura y En muerte de Laura. La obra aborda múltiples sutilezas y matices del sentimiento amoroso: la pasión desasosegante del amor no correspondido, el deseo de liberarse del sufrimiento provocado por la pasión, el juicio de que los años de amor infructuoso debiera haberlos dedicado a Dios, el anhelo de la contemplación divina de Laura en el cielo, etc. Aunque Laura está presente en todos los poemas amorosos, el verdadero centro de interés es el análisis pormenorizado de los sentimientos que ella inspira en el poeta.
En el estilo usa un lenguaje sencillo y a la vez exquisito, con una depurada selección léxica en busca del refinamiento y la elegancia, habría de marcar el devenir de la lengua poética de los siglos posteriores. Emplea también figuras retóricas como, la metáfora, la antítesis o la paradoja que contribuyen a sugerir matices muy variados del sentimiento.
La novedad más importante que introduce Petrarca es la expresión de los sentimientos. Mientras que Dante está interesado por la realidad exterior, Petrarca se decanta por la interior, de modo que redacta su vida personal regalándonos su historia personal. Su poesía está influenciada por el amor cortés, ya que los temas que trata son los heredados de la lírica provenzal que a través de la escuela siciliana habían llegado a los poetas toscanos del Dolce Stil Novo. Pero Petrarca supera a los estilnovistas al introducir por primera vez en la historia de la literatura europea una gran intensidad de sentimientos. Además, la mujer ya no es esa “donna angelicata” con la que los estilnovistas trataron de resolver la tragedia cristiana del amor humano, sino que Laura, la amada de Petrarca se concibe como un personaje humano y, por tanto, perecedero, y no fosilizado en el tiempo como la Beatrice de Dante. La lírica de Petrarca es totalmente diferente, no sólo de la de los trovadores provenzales y de la de los poetas italianos anteriores a él, sino también de la poesía de Dante. Petrarca es un poeta psicológico, que estudia todos sus sentimientos y los muestra con exquisita dulzura. La poesía de Petrarca no es trascendental como la de Dante, sino que se mantiene enteramente dentro de los límites humanos. El amor para este es abstracto y fosilizado pero para Petrarca no, ya que no lo logra controlar la realidad. Dante, aunque también expresa insatisfacción, halla una respuesta. Petrarca trata de que su caos interior no se refleje en sus poemas pues es el único modo que tiene de control, de salvación. De ahí su afán por la perfección formal, que deriva en que sus poemas no sean una expresión inmediata y espontánea sino que conlleven una convención literaria, como vemos en las composiciones que nos ocupan.
Respecto al fragmento, se encuentra situado en la segunda parte de la obra, tras la muerte de Laura, acontecida según declara el poeta en 1348, su amor resulta sublimado en una adoración espiritual. Petrarca supo escapar a la retórica cortés del amor, transmitiendo un aliento más sincero a sus versos, sobre todo gracias a sus imágenes, de gran fuerza y originalidad. Su influencia se tradujo en la vasta corriente del petrarquismo.
Según Petrarca, Laura era un modelo de virtudes. Petrarca afirma que en su amor por no "ha habido nada torpe ni impuro, nada culpable, salvo la desmesura". La necesidad de consolación mediante el autoanálisis psicológico llevado a cabo por Petrarca da lugar a que, no Laura, sino el propio poeta campee en el Cancionero como protagonista, puesto que no son los acontecimientos exteriores del amor por ella sino sus repercusiones en la vida íntima del escritor los que constituyen su materia afectiva. La obra es protagonizada, y en igual medida, por ambos, puesto que Laura, a pesar de la elaboración, sin duda idealizadora, de la poesía petrarquesca,  se nos aparece en las rimas como una mujer viva, pintada de modo más real que las  amadas anteriores del  stil nuovo, es decir, como un ente histórico, fuesen cuales fuesen su nombre y su estado, que ha pasado a la posteridad gracias a  su protagonismo en el Cancionero. Petrarca tuvo que enlazar con la poesía anterior al  estilnovismo, es decir, con el realismo  de dicha poesía, y en especial con el de la escuela trovadoresca y con los experimentos dantescos inspirados por ella.
4. Sitúe al autor en su contexto histórico y literario.
Petrarca escribió el Cancionero durante el Renacimiento.
El Renacimiento italiano comenzó en Toscana, con epicentro en las ciudades de Florencia y Siena. Luego tuvo un importante impacto en Roma, que fue ornamentada con algunos edificios en el estilo antiguo, y después fuertemente reconstruida por los papas del siglo XVI. La cumbre del movimiento se dio a fines del siglo XV, mientras los invasores extranjeros sumían a la región en el caos. Sin embargo, las ideas e ideales del Renacimiento se difundieron por el resto de Europa, posibilitando el Renacimiento nórdico, centrado en Fontainebleau y Amberes, y el Renacimiento inglés.
El Renacimiento italiano es bien conocido por sus logros culturales. Esto incluye creaciones literarias con escritores como Petrarca, Castiglione, y Maquiavelo, obras de arte de Miguel Angel y Leonardo da Vinci, y grandes obras de arquitectura, como la Iglesia de Santa María del Fiore en Florencia y la Basílica de San Pedro en Roma.
El Renacimiento es una época de importantes transformaciones en todos los aspectos. La clave es el empleo de la razón como fuente del conocimiento, del saber frente a los textos sagrados y la tradición medieval.
En literatura, la revolución de la literatura italiana en el siglo XIII ayudó a establecer el escenario del renacimiento. Antes del renacimiento el lenguaje literario en Italia no era el idioma italiano. Fue a partir del siglo XIII que los autores italianos comenzaron a escribir en su lengua nativa en lugar de latín, francés o provenzal. Alrededor de 1250 se produjo un cambio importante en la poesía italiana cuando el "Dolce Stil Novo"'11 enfatizó el amor platónico en lugar del amor cortesano, con escritores como Guittone d'Arezzo y Guido Guinizelli. Especialmente en poesía, los principales cambios tuvieron lugar en Italia décadas antes que se iniciara realmente el renacimiento.
En los inicios del Renacimiento italiano, la atención principal estuvo puesta en el estudio y traducción de las obras clásicas del latín y el griego. Los escritores no se contentaron, sin embargo, con dormir en los laureles de los autores antiguos. Muchos intentaron integrar los métodos y estilos de los antiguos en sus propias obras. Entre los romanos más copiados estaban Cicerón, Horacio, Salustio y Virgilio. Entre los griegos, a Aristóteles, Homero y Platón, aunque en estos casos la influencia directa fue menor, ya que las obras no fueron conocidas en su idioma original hasta ya entrado el siglo XIV. Con la impresión de libros iniciada en Venecia por Aldo Manucio, comenzaron a publicarse en Italiano vernáculo un creciente número de obras, además de los textos griegos y latinos que constituyeron la corriente principal del renacimiento italiano. La fuente de estos libros se expandió más allá de teología hasta las eras pre-cristianas del Imperio romano y la antigua Grecia. No quiere decir esto que no se publicaran trabajos religiosos en este período: La divina comedia del Dante refleja una cosmovisión medieval paradigmática. Lacristiandad permaneció como influencia principal para artistas y autores, con los clásicos como segunda temática.
La literatura y poesía del Renacimiento fue también muy influenciada por las ciencias tecnológicas y la filosofía. El humanista Francesco Petrarca, figura clave en el renovado sentido de la investigación, fue también un exitoso poeta que publicó varias importantes obras en tal género.Escribió poesía en latín, entre las que destacan la epopeya de las guerras púnicas,12 y una colección de sonetos de amor titulada "Canzoniere", dedicada a su amor no correspondido, Laura.Fue el escritor de sonetos italianos más famoso, y las traducciones de su obra al inglés por parte de Thomas Wyatt, difundieron la forma literaria en Inglaterra, donde fue empleada por William Shakespeare e innumerables otros poetas.
Giovanni Boccaccio, discípulo de Petrarca, se convirtió en un reconocido escritor por sus propios méritos. Su obra principal, elDecamerón es una colección de 100 cuentos contados por 10 narradores que escaparon a los suburbios de Florencia para escapar de la peste negra durante 10 noches. Ha sido una fuente de inspiración para muchos autores renacentistas, incluyendo a Geoffrey Chaucer y William Shakespeare.
Aparte de la cristiandad, la antigüedad clásica y la erudición, una cuarta influencia sobre la literatura del renacimiento fue sin duda la política. Las obras más famosas del filósofo político Nicolás Maquiavelo fueron su "Historia de Florencia" y "El Príncipe", tan conocido en la sociedad occidental que el término "maquiavélico" es sinónimo del pragmatismo político invocado por el libro. Sin embargo, la mayoría de los expertos argumentan que Maquiavelo en realidad no compartía las tácticas expuestas a veces sarcásticamente en su libro, con lo que "maquiavélico" resulta un término inapropiado. De cualquier forma, El Príncipe, junto con otros libros renacentistas, permanece como una influyente obra literaria hasta nuestros días.

Cristina M.

1 comentario:

  1. Me encantaron el artículo y el análisis de Cancionero.
    ¿Tienes o trabajas en alguna investigación de Petrarca más profunda?
    En caso de ser así, me fascinaría leerlo.
    Saludos.

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